miércoles, 25 de abril de 2012

Se fueron las ganas.

si, estoy muriendome mientras tu te alimentas. Es una buena forma de empezar la noche. La tuya, acaba pronto, y la mia,   se vuelve un laberiento de pensamientos y lagrimas enmarañados, en el que el techo es mi unica vision, y tu mi unico pensamiento. Buenas cortas noches, disfrutalas, porque a las mias les dan envidia.

miércoles, 11 de enero de 2012

No se puede hacer nada.

Alguien vive la vida mientras Otro Alguien la mata inconscientemente. Alguien aprovecha sus horas regalando sonrisas mientras Otro Alguien derrocha sus horas en estar pendiente de las sonrisas que regala Alguien . Alguien quiere a Otro Alguien mientras que Otro Alguien quiere a Alguien más que a si mismo. Alguien piensa en Otro Alguien como el universo expandido mientras Otro Alguien piensa en Alguien como la más perfecta definición gráfica y sensorial de la entelequia. Alguien quiere seguir las normas mientras que Otro Alguien quiere escapar e incumplirlas con Alguien. Alguien no deja de marcharse mientras que Otro Alguien espera, con frustración, a que Alguien deje de desaparecer algún día.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Como no, esto es para ti.

Vuelvo a escribir sobre una cama blanca. Me siento feliz, aunque todo iría mejor si estuviera escribiendo esto tumbada en esa cama. Ahora , sin querer, cambio la monotonía que suelen encerrar mis palabras. Supongo que me siento abrumada, que la vuelta a la normalidad después de seis días de edén hace que la melancolía se adueñe de mí.
Si escribiera desde esa cama, supongo que me acompañarían tus besos, y que mientras tanto respiraría tu aire. Como hoy. Tú y yo, en un edén improvisado, compartiendo unos minutos de perfección. Sin ríos de relojes, sin que nadie se quisiera llevar el tiempo. El tiempo se ofendió y se paró del todo. Pero no, desgraciadamente, aunque sea similar, esto no es un cuento. Esto es la vida real, obligaciones, horarios, falta de despreocupación... Pero, por suerte, siempre estarán con nosotros las ilusiones y las ganas de soñar. Aunque si compartes conmigo unos instantes de perfección sobre esa cama, con los latidos de tu corazón sonando en mi oído, con mis manos en tu piel, mis ilusiones encuentran sus límites. Buen viaje, cielo.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Escrito en el cuerpo. J.W.

Escrito en el cuerpo hay un código secreto, sólo visible bajo ciertas luces; los pasos de toda una vida se acumulan en él. En algunos sitios el palimpsesto está tan trabajado que las letras, al tacto parecen braille. Me gusta guardar mi cuerpo enrollado, lejos de las miradas curiosas. Sin llegar nunca a desplegarme demasiado, a contar toda la historia. No sabía que sus manos  podían leer. Él me ha traducido convirtiéndome en su propio libro.

Unintended.

Te sorprende hasta que punto puede ser rara y difícil esa delicadísima y mágica armonía en la que tu mundo parece sonar de repente de la manera adecuada. Son instantes. Instantes que deberían vivirse en profundidad porque son inusuales. Y porque en ocasiones pueden concluir de repente sin que haya un auténtico motivo.
Se desvanecen. Se pierden. Se encuentran entre ellos haciendo que nos sintamos en una nube, o en el edén. Son instantes perfectos, tan preciosos, que a su lado el cielo se vuelve feo. Son instantes efímeros, que se pierden como los suspiros lo hacen en el aire. Son el oxígeno que toda mente necesita para subsistir. Instantes llenos de ilusión, que hacen que te sientas en una profunda oscuridad cuando se van. Instantes que ya nunca vuelven.

z

Y los sueños me guían. Tú y yo en las alturas. Una ala del avión corta una nube, la atraviesa, la hiere, y ella, suave, se deja hendir y después permanece suspendida en el vacío de ese infinito espacio que comparte con nuestros pensamientos durante unos instantes de mentes perdidas.

domingo, 30 de octubre de 2011

Algo distinto.

1:
Llamémosla X. Es una chica normal, que no destaca por su forma de vestir. Simple y discreta, así se considera. Aunque no tiene muchos amigos, no es una persona solitaria. Nunca se ha enamorado... Bueno, ahora sí. Amor a primera vista, aunque si somos exactos, a tercera. La primera vez que lo vio bajaba las escaleras de su casa. Se cruzó con él, y se da cuenta de que nunca antes lo había visto por allí. Pensó que era un nuevo vecino y se percató de su destartalada forma de andar.
 La segunda vez que lo vio, fue en la parada de autobús que había cerca de su casa. Sólo se saludaron, y X lo miró varias veces de reojo. Le pareció atractivo.
La tercera vez que se encontraron,fue esa misma tarde, cuando X compartía un agradable rato en la terraza de su cafetería habitual con su mejor y más extraño amigo. Él pasó por allí, a toda prisa. X lo saludó, pero no recibió respuesta. A los cinco minutos, el chico volvió a pasar otra vez por allí, y esta vez, la saludó con una amplia sonrisa. X pensó que había vuelto adrede para saludarla. X pensó que era el hombre más maravilloso del mundo. X compartió sus sentimientos, como siempre hacía, con su extraño amigo, ese del que no sabía nada salvo que vivía a dos calles de su casa y que le gustaba el café tailandés. Mantenían una relación un tanto peculiar. X le contaba todo lo que le pasaba, era como su diario personal, mientras que él, se limitaba a escucharla, y en casos realmente importantes, le daba algún consejo. Nunca le había hablado de su vida privada.
Éste volvió a escucharla. Vaya, incluso X se dio cuenta de que éste era un caso importante.

2:
Llamémosle W. Es un chico guapo. Tiene buen gusto para vestir, y su presencia siempre es agradable. No se consideraba egocéntrico, pero debía reconocer que siempre
habían decenas de chicas detrás de él. Esto le resultaba indiferente.  Se acaba de mudar de ciudad tras acabar sus estudios. Salía a pasear todos los días desde entonces. Un día, tras dar un largo y tranquilo paseo, subía las escaleras de su nuevo edificio. Se cruzó con una chica despistada. W entró en su casa, y preparó café para uno, como siempre. Se había fijado en las zapatillas de marca de la chica, tenía buen gusto para calzarse al menos. Intentó acordarse del resto de vestimenta y de la cara, pero no lo consiguió.
Bebió su café mientras que leía un buen libro sentado en el ancho y acomodado alféizar interior de una ventana de cristal de Praga, desde la que se veía toda la ciudad.

Varios días después,un martes, descubrió que había una línea de autobuses que iba directa a un museo de fotografía. Por la tarde de ese mismo día, se dirigió hacia la parada. Allí volvió a ver a la chica de las zapatillas de marca con la que se había cruzado en la escalera. Se saludaron, y W se percató de que aquella chica lo había mirado varias veces de reojo. Mierda. Odiaba que las chicas lo miraran. Odiaba que las chicas se interesaran por él.
Inexplicablemente, tenía un gran éxito entre ellas... Lástima que él no buscara eso...

Visitó el museo durante dos horas, y después, cogió el autobús de vuelta a su casa. Éste le dejó una parada antes , por lo que tuvo que andar durante más tiempo. Se dio cuenta de que ,si no se daba prisa,  se perdería su serie preferida. Empezó a andar rápidamente, cuando, vio que a lo lejos, se encontraba él...
Él. El chico que lo volvía loco. El chico por el que se había cambiado de ciudad, tras compartir cuatro años de residencia universitaria. Irremediablemente, se había enamorado de ese chico misterioso, que no mostraba sus sentimientos. Nunca se atrevió a decírselo, ya que ni siquiera tenían demasiada confianza.
Cuando acabó sus estudios, tuvo que elegir ciudad para trasladarse a vivir su nueva vida. Casualmente, la ciudad en la que él vivía estaba entre las opciones.
Se paró en seco, y estuvo unos segundos observándole desde lo lejos. Seguía igual que siempre, eso le alegraba.
Retomó el paso, esta vez más rápido que la vez anterior, y pasó a su lado, a toda prisa. Se dio cuenta de que, como no, tomaba un café tailandés, y que, casualmente, lo hacía con aquella chica con la que se había encontrado en varias ocasiones, una de ellas ese mismo día.
Giró la esquina, y volvió a pararse. Se sentía fatal; después de más de seis meses sin verlo, ahora había sido así, un fugaz encuentro, y él ni siquiera le había visto. No podía ser así. Reflexionó un rato, y, gracias a un impulso, volvió a pasar por allí. Saludó amablemente, para que él notara su presencia. No lo hizo, en cambio, aquella chica volvió a saludarle. En cuanto llegó al final de la calle, salió corriendo. Todo iba mal.

3:
Llamémosle Z. Es un chico tímido, callado y solitario. No tiene a nadie, aunque le encanta rodearse de masas de gente. Vive solo, y no tiene interés alguno por nada. Piensa que padece anhedonia, que ésta empezó a desarrollarse en su cabeza cuando se enamoró por primera y única vez. Fue un maldito otoño, cargado de sentimientos, miradas, suspiros e interminables fracasos para conseguir a la persona que deseaba.  Ella lo ignoró, como solía hacer el resto del mundo, e inconscientemente, le arrancó el corazón y lo pisoteó.
Gracias al tiempo, no seguía enamorado, aunque ahora la odiaba con cada parte de su ser.
Había cambiado de ciudad desde entonces, y gracias a su adicción al café, había conocido a una compañera de vida. Z lo agradecía, ya que era la única persona con la que tenía algún tipo de relación.
Eran amigos, y siempre quedaban en la misma cafetería, ya que se conocieron allí. A ojos de Z, ella era un libro abierto , que no tenía ningún pudor ni reparo en contarle todas las cosas que le ocurrían, mientras que él, se mostraba tan callado y distante como siempre lo hacía con todo el mundo. Un día, ella le contó que se había enamorado de un chico al que sólo había visto tres veces. Situación de emergencia.
-X, eso es imposible, no puedes enamorarte de alguien al que no conoces... Sólo conoces su apariencia, y que sea guapo no significa que sea el hombre de tu vida.
-Z, te digo la verdad, no sabes lo que siento cada vez que le veo... Es algo especial...
-Mira, te pongo un ejemplo; imagínate que tú y yo nos queremos... y que te beso. ¿Te parece algo absurdo?
- Por supuesto, está claro que entre tú y yo no hay ni habrá nada, es imposible, no sé nada de ti, ni siquiera quieres decirme el lugar exacto en el que vives ni por que te gusta tanto el café tailandés...
- Eres idiota. Acabas de darme la razón.

Z se quedó pensando un rato, e imaginó lo que segundos antes había dicho, él besándola... Una fugaz sonrisa llegó a su cara, y le dio un vuelco el corazón. Mierda. Había vuelto a enamorarse de la persona equivocada.