domingo, 11 de diciembre de 2011

Como no, esto es para ti.

Vuelvo a escribir sobre una cama blanca. Me siento feliz, aunque todo iría mejor si estuviera escribiendo esto tumbada en esa cama. Ahora , sin querer, cambio la monotonía que suelen encerrar mis palabras. Supongo que me siento abrumada, que la vuelta a la normalidad después de seis días de edén hace que la melancolía se adueñe de mí.
Si escribiera desde esa cama, supongo que me acompañarían tus besos, y que mientras tanto respiraría tu aire. Como hoy. Tú y yo, en un edén improvisado, compartiendo unos minutos de perfección. Sin ríos de relojes, sin que nadie se quisiera llevar el tiempo. El tiempo se ofendió y se paró del todo. Pero no, desgraciadamente, aunque sea similar, esto no es un cuento. Esto es la vida real, obligaciones, horarios, falta de despreocupación... Pero, por suerte, siempre estarán con nosotros las ilusiones y las ganas de soñar. Aunque si compartes conmigo unos instantes de perfección sobre esa cama, con los latidos de tu corazón sonando en mi oído, con mis manos en tu piel, mis ilusiones encuentran sus límites. Buen viaje, cielo.