martes, 16 de agosto de 2011

Nunca fue fácil perderme en los ojos ni en la mente de nadie. Nunca fue fácil pensar que ojalá lo bueno sea para siempre, pero ahora, que la vida cambia, de repente, todo se vuelve fácil.
Se vuelve fácil quedarme sin dormir, sólo por compartir unas horas más contigo. Se vuelve fácil recorrerme trescientos kilómetros, más un añadido de ciento cincuenta sólo para verte. Se vuelve fácil reír contigo a través de una pantalla, aún cuando aún no te has ido. Se vuelve fácil pasar un par de horas de calor para ver, o no ver, una película contigo. Se vuelve fácil subir una cuesta para ver estrellas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario