lunes, 10 de octubre de 2011

Bohemian life.

Ella está sola. Por las noches, tiene pesadillas. Apenas duerme. Nunca sonríe. Se pasa los días componiendo canciones, ahora sólo vive para eso. También come y se ducha, pero poco, no lo necesita.
Antes, amaba las mariposas. Ya no existen mariposas para ella. Antes, le gustaba decir tonterías, pero... ya no las dice. Antes, te necesitaba. Eso ahora no ha cambiado.

Hoy es un día cualquiera, que sigue la monotonía de los anteriores. Ella se despierta y se pasa una hora mirando al techo. No piensa en nada, pero piensa en todo. Se levanta de la cama, y no la hace. Lleva desecha una semana.
 Se pone una camiseta cualquiera que hay tirada por el suelo, sale de su habitación por primera vez en 16 horas, y va a la cocina. Está vacía. Se pasa un largo rato preguntándose que puede desayunar, aunque sean las cuatro de la tarde. Al fin, decide tomar leche con cereales, ya que prácticamente, es lo único que hay. Sale a su terraza con vistas al mar, y se tumba en una tumbona a desayunar. Después, se mete en la ducha, tras varios días sin hacerlo.  Le encanta sentir el agua caliente mojándola. Le encanta estar de pie, con los ojos cerrados, bajo la ducha, y ponerse a pensar en cosas que no se atrevería a pensar en otra situación. Sale de la ducha, y mojada, se pasea por el pasillo, dejando un rastro de agua. Le da igual.
En su habitación, se pone un albornoz que encuentra hecho una bola al fondo del armario, y, cuando está seca al fin, se viste rápidamente, con lo primero decente que ve. Coge su guitarra y una mochila, y sale de casa. Baja corriendo por las escaleras. Anda unos cinco minutos, y, llega a la playa, que se mantiene desierta. Es otoño, y por ello, a ésta la han abandonado los colores alegres que la acompañan en verano, y en su lugar, se han sustituido por tonos ocres.Como a ella le gusta. Saca dos esterillas de la mochila, y las coloca en la arena. En una, se sienta ella, y la otra... siempre está vacía desde que tú ya no estás. Saca la guitarra de su funda, y empieza a tocar una canción que compuso la noche anterior. Se atreve también a cantar un poco, en voz baja. El viento revolotea su pelo, y enfurece a las olas. A ella no la enfurece nada..
Mientras que contempla el mar, llega un fugaz recuerdo a su memoria. Por primera vez en mucho tiempo sonríe.
Sigue allí, solitaria,un rato más, hasta que, un perro que paseaba sin dueño por la orilla, también solitario, se acerca y se queda observándola.
-¿Te gusta?- Le pregunta ella, refiriéndose a la canción.
El curioso perro sigue mirándola quieto, hasta que, da unos pasos, y se acomoda en la esterilla desocupada que tú vaciaste. Ella lo mira y se alegra. Ya era hora de que alguien ocupara esa dichosa esterilla.

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